La verdad es que esta historia la había pensado como anime, pero ya que en su forma de haber sido escrita no hay mucha diferencia a una novela, la dejaré aquí.
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Capitulo 1: "San Valentine"
Hoy es el día de San Valentín, el mejor día para declararte ante una muchacha, según dicen, claro.
Ella es Valentine Hayes, es alumna extranjera, al igual que la forma en que hay que pronunciar su nombre.
Llegó hace solo un año a la escuela y bastaron unos cuantos días para que se volviera la chica más popular y querida por todos. Cuando digo querida no me refiero a los profesores o trabajadores de la escuela, si no a los prototipos de machos que la acosan día a día.
En cierta manera, ¿Quién no lo haría?, ella es hermosa, deportista, graciosa y muy inteligente. La chica perfecta dirían muchos, y lo digo yo también.
Vez que he intentado hablarle siempre ocurre algo que lo impide: mi timidez, mi nerviosismo, mi estúpida forma de expresarme, mi tartamudeo o el millar de cosas que me gustaría no tener o hacer.
Hace una semana en el comedor, ella se sentó junto a sus compañeras a comer su muy balanceado almuerzo, para mantener esa muy balanceada figura. Cada cinco minutos se le aparecía un chico con flores, chocolates e incluso poesía. Un día todo el coro masculino le canto una serenata, me dio vergüenza ajena, pero aun así eran ellos quienes cantaban y yo quien miraba de lejos, sin atreverse a actuar.
Algo extraño me producía el mirarla, quizás amor o ilusión, difícil definir. A esta altura de la vida las sensaciones llegan a ser crudos traidores.
Con el tiempo comencé a tomar nota mental de lo que podía o no hacer en determinados momentos.
Los lunes por la mañana es casi imposible hablarle siendo que los niveles altos tienen Educación Física por tanto prefieren demostrarle sus peripecias para ver si consiguen atención.
Los días martes por la mañana tiene clase de matemáticas, es donde los “aplicados” se la juegan por demostrar sus grandes dotes y se lucen haciendo al derecho y al revés los problemas físico-matemáticos. Ella se limita a reír cuando la miran, no es descortés.
Luego tiene clases de Artes Manuales. La clase es algo repetitiva, siempre llega alguien con algún animalito tierno o alguna figurilla hecha con arcilla para conquistarla. Ella le agradece y lo guarda con delicadeza en su bolso, me sorprende su paciencia.
Luego la hora de almuerzo, donde yo creo que lo que menos hace es almorzar. Todo ser viviente con algo entre las piernas se le acerca a declarase o a decirle algo… Ya me tienen harto, ¿Acaso no hay un real caballero a su altura?, me molesta ver todos esos bajos niveles de “machos”.
No saben tratar a una mujer.
Luego su clase de cocina, donde hay solo mujeres y es ahí donde puede descansar.
A pesar de que en los demás días tiene diferentes clases es exactamente lo mismo.
Salvo el día viernes, que es cuando tenemos Educación Física y todos los hombres de mi clase prefieren ir a jugar fútbol salvo dos o tres en los que estoy incluido.
Es cuando veo la majestuosidad de la belleza encarnada, en perfecto movimiento.
Sus movimientos, sus danzas, todo en ella es tan sutil y delicado, es… un ángel.
Me pasé todo el fin de semana pensándolo, y ya estaba resuelto. Se lo diría el día de San Valentín, me declararía ante ella. No con el fin de esperar algo, sino que ser como aquel guerrero que prefirió levantar su espada y morir, que aquel que nunca la desenvainó y vivió tristemente.
Cuando ya lo había pensando, sentí que pasaron cinco minutos, pero se me fue volando todo el fin de semana.
Ya era lunes e iba camino a la escuela. “Este es el gran día”, me decía constantemente.
“No te retractes en ningún momento”.
Luego de pensarlo detenidamente me percaté de que no habían palabras, no había pensado en que decirle una vez tuviese su atención. Pero, da igual, cuando llegase el momento algo se me ocurriría.
Ya llegada la hora de almuerzo, la miré constantemente, y unas mil imágenes y bellas palabras abrumaron mi mente. Es lo que debe haber sentido un artista al ver a su muza.
Nunca le había hablado, quizás ella ni siquiera sabía que yo existía.
La seguí mirando, vi como se reía con sus amigas. Que bella sonrisa.
Algo ocurrió. El mundo se paralizó. Cada fracción de segundo se volvió una eternidad. Todo el comedor se iluminó, cada persona dejó de existir, y mi felicidad, era la de todos aquellos que existían en la tierra juntos al mismo tiempo.
Ella, me estaba mirando.
Aun siento que ese cruce de miradas, duró toda mi vida. Sus ojos penetrantes, entraron hasta el rincón más oscuro de mí ser tan solo para iluminarlo con su hermoso rostro. Era una mirada tan fuerte y poderosa que me sentí como un vil parásito ante su magnificencia. Fue en ese momento que lo comprendí. Yo no estaba a su altura.
Algo se cruzó en nuestras miradas, dejó algo sobre la mesa de la muchacha y siguió su camino sin siquiera voltearse.
Ella tomo ese algo y lo leyó, sonrió y siguió charlando con sus amigas.
En ese segundo todo volvió a la normalidad, todos caminaron y el sonido abrumador de cientos de voces volvió a invadir el lugar.
-¿Estás bien?
Era Albert quien preguntaba, mi compañero de banco y gran amigo, creo.
-Sí, tranquilo, es que pensaba en alguna estupidez.
-Ah, ya veo. Bueno, vamos a la sala que las clases ya comenzarán.
En clases no me pude concentrar, no dejé de pensar en aquel sujeto, quien habrá sido.
Se tomo los segundos de mi vida en dejarle esa nota y desaparecer. Es como si nunca hubiese ocurrido.
Aun así no me rendiría, se lo diría después de clase, aun que fuese lo último que pudiera hacer.
-Señor Vincent Freeman, veo que está muy atento a la clase. Así que usted iniciará la nueva unidad de poesía. Por favor díganos un poema que conozca.
Demonios, había olvidado la clase.
-Si señorita Live, hem, un poema. Yo…
-Esta vez te salió difícil Vincent.
-Cállate Albert.
-¿Y bien señor Freeman? Lo estamos esperando.
Las niñas ya comenzaban a reírse y mis compañeros veían como me hundía más y más
-Tu…
Las palabras utilizaban mi boca como medio, querían salir y nos la detendría.
-Tú eres la bella muza que inspiró mi pasión, he sido un necio al negarte en mi corazón, somos tan solo un acorde en la canción, que el trovador no puso en su acordeón.
Hemos sido los bellos de la noche, donde los astros y estrechas se enteran al des noche.
Solo seremos el polvo del viento, que una y otra vez se me mesen en su coche.
-Veo que respondió bien, joven Vincent, para la próxima…
Como en toda historia debía ser salvado por la campana, y así fue. Aun que no se qué tan salvado haya estado, ahora venía lo más difícil. El momento que me define como el cobarde que fui, o el valiente que seré.
Salí de la escuela y me dirigí hacia la salida… Fue allí que mis sueños se desmoronaron.
En un muro cercano estaba ella, con aquel muchacho mirándola. No era cualquier sujeto, el estaba claramente a su nivel. La impresión que desprendía era la de todo un caballero, el poder de su mirada, tan solo con eso dijo todo lo que debía decir.
Se vieron uno al otro por unos instantes, luego el tomó la mano de ella, la besó, le sonrió y se fue. Ella le respondió la sonrisa y continuó su camino, con dirección hacia donde estaba yo.
En ese segundo entendí, ella solo habla aquel lenguaje, y por suerte lo negó.
Cada vez se acercaba más, ya veía mi oportunidad.
No debería sentirme ganador, pero al ver que lo negó a él, me hace creer que aun ahí lugar.
Se acercaba más.
Ahora era mi turno, yo sería el valiente de los pocos que lo haría, esta era mi oportunidad.
Ella pasó a mi lado.
Las palabras no me seguían, ni los movimientos, ni la respiración, ni todo mi ser, tan solo me congelé. De nuevo el tiempo se hizo eterno, sentía como a cada milímetro que se alejaba estaba a miles de metros lejos de ella. Mi oportunidad desaparecía. Ella estaba junto a mí, y yo quieto como estatua. No dejaré pasar esta oportunidad, no flaquearé en este momento, no ahora.
Mi mano se movió y tomó la de ella, se detuvo a mi lado. Solo por el rabillo del ojo la veía y ella a mí.
-Yo…
-¿Tu?
-Tu… Valentine Hayes, en este día de San Valentín, quiero que sepas…
-¿Qué quieres que sepa, Vincent Freeman?
Ella sabía mi nombre. Y lo recordó perfectamente.
-Tú me gustas.
Un leve silencio dejó a la brisa jugar con nosotros, antes de que el sutil sonido de sus labios recorriera mi vida nuevamente.
-Te he visto Vincent, y sé que me miras. Sé que te ha costado hacer esto… Valoro increíblemente tus esfuerzos. Se lo que se requiere para hacerlo, y los pocos que lo han hecho, han sabido vivir.
Mantuve silencio para dejarla continuar, no quería interrumpir en mal momento sus palabras. Quería que entendiera que la comprendía.
-Aun tomas mi mano… Y eso es algo que nadie se ha atrevido a hacer, aun no entiendo porque si nunca lo negué.
Te encuentro interesante, he sabido de tus poemas en los concursos fuera de la escuela, he sabido cuanto me miras.
Solté su mano, el nerviosismos comenzaba a hacerme sudar.
-Yo te miraba porque, estaba hartos de que los otros llegasen como si nada a declarase ante ti, como si fuese verdadero amor lo que sentían.
-¿Es verdadero amor lo que tú sientes ahora, Vincent?
Nunca lo había pensado de esa manera, ¿Amor?, ¿Gusto?, existe una gran diferencia.
-Yo tan solo sé… que me gustas mucho.
- Lo lamento Vincent, pero no te dejaré jugar este juego… Aun no eres un cazador.
-¿Eso es un…?
Siguió su camino respetando los tiempos. Me debo haber quedado allí unas cuantas horas, meditando en lo sucedido, comprendiéndolo, digiriéndolo.
Este día… No hubo ganador en la batalla.
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Capitulo 2: No queda si no luchar.
https://revistacaos.activo.mx/romance-f8/cap1-cazador-t7.htm#21
Capitulo 3: Damas y Señoritas
https://revistacaos.activo.mx/romance-f8/cap2-cazador-t7.htm#27
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Capitulo 1: "San Valentine"
Hoy es el día de San Valentín, el mejor día para declararte ante una muchacha, según dicen, claro.
Ella es Valentine Hayes, es alumna extranjera, al igual que la forma en que hay que pronunciar su nombre.
Llegó hace solo un año a la escuela y bastaron unos cuantos días para que se volviera la chica más popular y querida por todos. Cuando digo querida no me refiero a los profesores o trabajadores de la escuela, si no a los prototipos de machos que la acosan día a día.
En cierta manera, ¿Quién no lo haría?, ella es hermosa, deportista, graciosa y muy inteligente. La chica perfecta dirían muchos, y lo digo yo también.
Vez que he intentado hablarle siempre ocurre algo que lo impide: mi timidez, mi nerviosismo, mi estúpida forma de expresarme, mi tartamudeo o el millar de cosas que me gustaría no tener o hacer.
Hace una semana en el comedor, ella se sentó junto a sus compañeras a comer su muy balanceado almuerzo, para mantener esa muy balanceada figura. Cada cinco minutos se le aparecía un chico con flores, chocolates e incluso poesía. Un día todo el coro masculino le canto una serenata, me dio vergüenza ajena, pero aun así eran ellos quienes cantaban y yo quien miraba de lejos, sin atreverse a actuar.
Algo extraño me producía el mirarla, quizás amor o ilusión, difícil definir. A esta altura de la vida las sensaciones llegan a ser crudos traidores.
Con el tiempo comencé a tomar nota mental de lo que podía o no hacer en determinados momentos.
Los lunes por la mañana es casi imposible hablarle siendo que los niveles altos tienen Educación Física por tanto prefieren demostrarle sus peripecias para ver si consiguen atención.
Los días martes por la mañana tiene clase de matemáticas, es donde los “aplicados” se la juegan por demostrar sus grandes dotes y se lucen haciendo al derecho y al revés los problemas físico-matemáticos. Ella se limita a reír cuando la miran, no es descortés.
Luego tiene clases de Artes Manuales. La clase es algo repetitiva, siempre llega alguien con algún animalito tierno o alguna figurilla hecha con arcilla para conquistarla. Ella le agradece y lo guarda con delicadeza en su bolso, me sorprende su paciencia.
Luego la hora de almuerzo, donde yo creo que lo que menos hace es almorzar. Todo ser viviente con algo entre las piernas se le acerca a declarase o a decirle algo… Ya me tienen harto, ¿Acaso no hay un real caballero a su altura?, me molesta ver todos esos bajos niveles de “machos”.
No saben tratar a una mujer.
Luego su clase de cocina, donde hay solo mujeres y es ahí donde puede descansar.
A pesar de que en los demás días tiene diferentes clases es exactamente lo mismo.
Salvo el día viernes, que es cuando tenemos Educación Física y todos los hombres de mi clase prefieren ir a jugar fútbol salvo dos o tres en los que estoy incluido.
Es cuando veo la majestuosidad de la belleza encarnada, en perfecto movimiento.
Sus movimientos, sus danzas, todo en ella es tan sutil y delicado, es… un ángel.
Me pasé todo el fin de semana pensándolo, y ya estaba resuelto. Se lo diría el día de San Valentín, me declararía ante ella. No con el fin de esperar algo, sino que ser como aquel guerrero que prefirió levantar su espada y morir, que aquel que nunca la desenvainó y vivió tristemente.
Cuando ya lo había pensando, sentí que pasaron cinco minutos, pero se me fue volando todo el fin de semana.
Ya era lunes e iba camino a la escuela. “Este es el gran día”, me decía constantemente.
“No te retractes en ningún momento”.
Luego de pensarlo detenidamente me percaté de que no habían palabras, no había pensado en que decirle una vez tuviese su atención. Pero, da igual, cuando llegase el momento algo se me ocurriría.
Ya llegada la hora de almuerzo, la miré constantemente, y unas mil imágenes y bellas palabras abrumaron mi mente. Es lo que debe haber sentido un artista al ver a su muza.
Nunca le había hablado, quizás ella ni siquiera sabía que yo existía.
La seguí mirando, vi como se reía con sus amigas. Que bella sonrisa.
Algo ocurrió. El mundo se paralizó. Cada fracción de segundo se volvió una eternidad. Todo el comedor se iluminó, cada persona dejó de existir, y mi felicidad, era la de todos aquellos que existían en la tierra juntos al mismo tiempo.
Ella, me estaba mirando.
Aun siento que ese cruce de miradas, duró toda mi vida. Sus ojos penetrantes, entraron hasta el rincón más oscuro de mí ser tan solo para iluminarlo con su hermoso rostro. Era una mirada tan fuerte y poderosa que me sentí como un vil parásito ante su magnificencia. Fue en ese momento que lo comprendí. Yo no estaba a su altura.
Algo se cruzó en nuestras miradas, dejó algo sobre la mesa de la muchacha y siguió su camino sin siquiera voltearse.
Ella tomo ese algo y lo leyó, sonrió y siguió charlando con sus amigas.
En ese segundo todo volvió a la normalidad, todos caminaron y el sonido abrumador de cientos de voces volvió a invadir el lugar.
-¿Estás bien?
Era Albert quien preguntaba, mi compañero de banco y gran amigo, creo.
-Sí, tranquilo, es que pensaba en alguna estupidez.
-Ah, ya veo. Bueno, vamos a la sala que las clases ya comenzarán.
En clases no me pude concentrar, no dejé de pensar en aquel sujeto, quien habrá sido.
Se tomo los segundos de mi vida en dejarle esa nota y desaparecer. Es como si nunca hubiese ocurrido.
Aun así no me rendiría, se lo diría después de clase, aun que fuese lo último que pudiera hacer.
-Señor Vincent Freeman, veo que está muy atento a la clase. Así que usted iniciará la nueva unidad de poesía. Por favor díganos un poema que conozca.
Demonios, había olvidado la clase.
-Si señorita Live, hem, un poema. Yo…
-Esta vez te salió difícil Vincent.
-Cállate Albert.
-¿Y bien señor Freeman? Lo estamos esperando.
Las niñas ya comenzaban a reírse y mis compañeros veían como me hundía más y más
-Tu…
Las palabras utilizaban mi boca como medio, querían salir y nos la detendría.
-Tú eres la bella muza que inspiró mi pasión, he sido un necio al negarte en mi corazón, somos tan solo un acorde en la canción, que el trovador no puso en su acordeón.
Hemos sido los bellos de la noche, donde los astros y estrechas se enteran al des noche.
Solo seremos el polvo del viento, que una y otra vez se me mesen en su coche.
-Veo que respondió bien, joven Vincent, para la próxima…
Como en toda historia debía ser salvado por la campana, y así fue. Aun que no se qué tan salvado haya estado, ahora venía lo más difícil. El momento que me define como el cobarde que fui, o el valiente que seré.
Salí de la escuela y me dirigí hacia la salida… Fue allí que mis sueños se desmoronaron.
En un muro cercano estaba ella, con aquel muchacho mirándola. No era cualquier sujeto, el estaba claramente a su nivel. La impresión que desprendía era la de todo un caballero, el poder de su mirada, tan solo con eso dijo todo lo que debía decir.
Se vieron uno al otro por unos instantes, luego el tomó la mano de ella, la besó, le sonrió y se fue. Ella le respondió la sonrisa y continuó su camino, con dirección hacia donde estaba yo.
En ese segundo entendí, ella solo habla aquel lenguaje, y por suerte lo negó.
Cada vez se acercaba más, ya veía mi oportunidad.
No debería sentirme ganador, pero al ver que lo negó a él, me hace creer que aun ahí lugar.
Se acercaba más.
Ahora era mi turno, yo sería el valiente de los pocos que lo haría, esta era mi oportunidad.
Ella pasó a mi lado.
Las palabras no me seguían, ni los movimientos, ni la respiración, ni todo mi ser, tan solo me congelé. De nuevo el tiempo se hizo eterno, sentía como a cada milímetro que se alejaba estaba a miles de metros lejos de ella. Mi oportunidad desaparecía. Ella estaba junto a mí, y yo quieto como estatua. No dejaré pasar esta oportunidad, no flaquearé en este momento, no ahora.
Mi mano se movió y tomó la de ella, se detuvo a mi lado. Solo por el rabillo del ojo la veía y ella a mí.
-Yo…
-¿Tu?
-Tu… Valentine Hayes, en este día de San Valentín, quiero que sepas…
-¿Qué quieres que sepa, Vincent Freeman?
Ella sabía mi nombre. Y lo recordó perfectamente.
-Tú me gustas.
Un leve silencio dejó a la brisa jugar con nosotros, antes de que el sutil sonido de sus labios recorriera mi vida nuevamente.
-Te he visto Vincent, y sé que me miras. Sé que te ha costado hacer esto… Valoro increíblemente tus esfuerzos. Se lo que se requiere para hacerlo, y los pocos que lo han hecho, han sabido vivir.
Mantuve silencio para dejarla continuar, no quería interrumpir en mal momento sus palabras. Quería que entendiera que la comprendía.
-Aun tomas mi mano… Y eso es algo que nadie se ha atrevido a hacer, aun no entiendo porque si nunca lo negué.
Te encuentro interesante, he sabido de tus poemas en los concursos fuera de la escuela, he sabido cuanto me miras.
Solté su mano, el nerviosismos comenzaba a hacerme sudar.
-Yo te miraba porque, estaba hartos de que los otros llegasen como si nada a declarase ante ti, como si fuese verdadero amor lo que sentían.
-¿Es verdadero amor lo que tú sientes ahora, Vincent?
Nunca lo había pensado de esa manera, ¿Amor?, ¿Gusto?, existe una gran diferencia.
-Yo tan solo sé… que me gustas mucho.
- Lo lamento Vincent, pero no te dejaré jugar este juego… Aun no eres un cazador.
-¿Eso es un…?
Siguió su camino respetando los tiempos. Me debo haber quedado allí unas cuantas horas, meditando en lo sucedido, comprendiéndolo, digiriéndolo.
Este día… No hubo ganador en la batalla.
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Capitulo 2: No queda si no luchar.
https://revistacaos.activo.mx/romance-f8/cap1-cazador-t7.htm#21
Capitulo 3: Damas y Señoritas
https://revistacaos.activo.mx/romance-f8/cap2-cazador-t7.htm#27
Última edición por ShadowLighty el Lun Nov 29, 2010 3:42 pm, editado 4 veces