Revista Caos

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    El Juego

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    Virgo Caballo
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    One-Shot El Juego

    Mensaje por ShadowLighty Sáb Dic 18, 2010 8:52 pm

    Lo pondré en Romance por que es lo a lo que más se acerca pero creanme que de romance no tiene nada.

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    El Juego

    Hoy. La belleza volvió a aparecerse ante mí. Ya la creía ya olvidada. Su manera singular, única y juguetona de hacerse ilusión ante nuestros sentidos no dejará nunca de sorprenderme. Fue esta una belleza particular. Llamo particular a esta belleza por poseer pocas de las características que coinciden con lo que a mi intención puede hacer llamado. Sabes ya que aun que el sujeto posea una muy amplia gama de gustos y una casi sin fin amplia mente, sus gustos son limitados a su vez. Hemos sido criados moral y socialmente bajo estándares de apreciación específica, donde las bellezas son evaluadas por separadas, dándole así a cada una sus propios dotes y donde el sujeto solo puede elegir una, y si posee la habilidad, un poco de la otra.
    Era belleza total, tosca en algún sentido, ya que no poseía rasgo alguno de cautividad intencional. Su naturaleza era así, de absorción total, ambicionando a los que se atreviesen a correr el riesgo. Una belleza tan única, por nombrarla para mí, de alguna manera, que hasta este momento sigue reprimiendo mis palabras y hacer más dificil esta presentación.
    Haré recuerdos de los gustos particulares de mi buen amigo, a quien de seguro hubiese hecho suicidar por presenciar la magnitud innata, sus apreciaciones coinciden plenamente con los de esta singular belleza. Para hacerlo de forma directa y sagaz, amigo mío, querido y joven Rodrigo, hubieses lamentado apreciarla y no haber podido hacer nada, más sabrás ahora y de seguro te corroerá la cuestión de la duda, que no la verás ni sabrás como fue.

    Aun así, dejando a mi amigo de lado sin menospreciarlo, podría seguir con este alarde sobre lo que fui capaz de presenciar. Podría fácilmente detallar pero aun así no sabrían distinguir mi sentimiento de uno cualquiera. No hablaré hasta que se llegue a mi pasado estado de semi-locura por la apreciación tal.
    Aun no podía entender que del tumulto, solo fuese yo el capaz de apreciarla con tanta delicadeza y honor. Fueron quizás tan solos unos pocos momento de la hora total de viaje ya que mis atenciones se las llevaba el libro interesante que aun no he dado el toque de terminar, por su mismo interés es que el final me causará tristeza, pues a quien no le ha pasado que lo bueno se nos va y ya no hay más.
    Eran unos cuantos centímetros, contados con cada milímetro que poseían. Ya de pensarlo tan solo un instante me aventuré en el juego que no muchos somos capaces de hacer, e inclusive quienes lo jugamos alguna vez, posiblemente no lo volvamos a hacer nunca más.
    Iba yo sentado, con mi interés entre las manos, cuando por saltos del viaje adelanté la mirada por sobre las letras y líneas, pasando así la frontera de mi mundo imaginario a la realidad, que suele ser cruda y tosca. Pues así fue, su brusquedad de cambio dolió hasta el alma, ya que lo primero que hacemos los buenos lectores es recordar inintencionalmente el fantástico mundo que vivíamos y compararlo con el de la realidad.
    Fue tanto el choque de mundos que no debí cambiar por largos años aquel segundo de parecer. Sufrí toda una vida en esos centímetros de mirada por sobre el libro.

    Pero el caos ni la muerte conocen aun la eternidad.
    La muza creadora de la inspiración que les presento aquí salvó mi alma del deseo de acabar pronto el viaje y olvidarlo todo.
    No tuvo posesión de mi existencia. Su posición ante la ventana le hacía no percatarse siquiera que la observaba. Olvidé fácilmente mis anteriores intenciones de la desilusión de la vida real y siquiera de terminar el buen interés de palabras que aun tenía en mis manos.
    Ahora, siento que ya creo que los he atrapado (y quizás “las” también) en lo que fue la bendición divina de apreciar la belleza singular de un sujeto de millones.
    Capté todo su perfil, su mirada perdida en la salida del lugar, siendo atraída por su propio mundo y olvidando lo que ya era este mismo que sufrimos en las mañanas y las noches.
    Poseía singular vestimenta, de la cual no haré detalle alguno, siendo que si les hablaré de su belleza peculiar sabrán que las telas sobre su piel no harán efecto alguno.
    Poseía ella la sutileza de la sedosa piel, fina en detalles y rincones. Poseía además la singularidad de un color dorado, atrayente, que daría fin a cualquier castigo demoníaco, o maldición siquiera. Era la atracción misma de su brillo, de su atardecer incrustado en cada mínima partícula de su existencia. Completa, sin dudar, sin haber existido trabajo de Inti, Ra o Helios de por medio, su piel no poseía distinción ni variación en la gama de colores, su totalidad absoluta de color atardecer, de color dorado, de color… sigamos, era perfecta por así llamarla, ya que aun que escapemos a las sombras del día o la noche, el sol solo abusa de pocas partes de nuestro ser. Ella poseía la gracia única de no ser así.
    A la comparación que haría cualquiera, diría que la perfecta combinación sería un cautivador y oscuro, y total cabello negro. Pues maldigo a quienes no crean y no hayan visto que la naturaleza podrá siempre demostrarnos sus fronteras sin límites.
    Poseía ella además la gracia de atraer con cada una de sus partes al igual que su cabello. Llegaba este hasta media espalda, anunciando que no necesitaba más ni menos para ser tan atrayente como ya es. Liso como la misma brisa que nos recorre en verano, caía este con plena delicadeza, luego de apreciar tan vago detalle para algunos, su color me mató por así decirlo, era una mezcla de dorado y rojo, siendo este la viveza del fuego mismo, no rojo como la sangre que sangramos ni dorado como la piel misma, siendo que ambos, sin perderse ninguno ni otro, brillante como la misma luz, y colorido, como la atracción que solo el fuego tiene.
    Viajaba este desde un pequeño corte, que a su vez cortaba parte de su frente, hasta atrás donde caía, ya nombrado, a la media espalda. Cual perfecta combinación aprecié y feliz hasta aquí ya estoy, siendo que de seguro son solo pocos quienes han sabido verla.
    Mi relato no terminará hasta que yo lo haga por tanto les daré el privilegio de apreciarla junto a mí.
    Su vista fui capaz de darle singular notoriedad, más no sus ojos. Estos no dejaban ser vistos, solo la mirada, que engañaba a los necios y pobres y los encerraba en la totalidad de la belleza.

    Tomé mi tiempo.
    Respiré.
    Y volví a tomar mi tiempo.

    Corrí el riesgo de morir, (¿Qué más importa?), la miré fijamente a los ojos, o al ojo que de perfil me dejaba ver, y me deje guiar como aquellos guerreros cansados que beben las falsas agua de un oasis ilusión.
    Lamento aquí no hacer detalle explicito como lo he hecho anteriormente. Pero el color de sus ojos se me hizo casi falso, ya que como dije antes, su mirada me hacía sucumbir con facilidad.

    Olvidé mi libro y mi intención alguna de continuarlo, solo me dediqué a jugar el juego ya nombrado de los pocos se atreven a jugar. Y solo la miré, buscando su mirada. Pasaron así lapsos de la hora del viaje. Sin rendirme seguí en su búsqueda. Que a veces me hacía pensar en la retirada, pero como dije alguna vez, que el cazador sea cazador y no caballero.
    Ya aburrida creo que de este juego falso, decidió darme fin y curvando levemente el eje de su cuello hizo frente a mi enloquecida mirada.
    Aun no lo puedo creer.
    Tan solo bastó un segundo y quizás tres cuartos del próximo para mandarme al abismo.
    Se volteó y continuó en su mirada perdida.
    Yo en cambio continuaba sucumbiendo al gran choque que se produjo en medio de la nada, hice frente como cualquiera que juega esto, pero aun así sentí el peso de su mirada, profunda y desgarradora.
    No deje de lado mi honor y continua en la búsqueda incesante de sus ojos. Y no faltó mucho para que de nuevo los mundos chocaran produciendo el caos mínimo, en la inmensidad del espacio.
    Está vez mantuve mi espada en lo alto como fiel guerrero a su ideal y di frente y fuerza al enfrentamiento que se me ofrecía.
    Así a su vez un par de veces quizás.

    Comencé a afligirme pues el fin de mi viaje se avecinaba. Dejé mi asiento libre para que quienes se cansan de la nada lo ocupasen.
    Estuve de pie tras de ella, ya que el tumulto de gente no me dejaba otro espacio, mi mando enmudeció y solo tocó el timbre. Evité todo contacto, no me creía en el honor de hacerlo.
    Ella notó mi presencia que hacía necesidad de bajar, se volteó y me miró fijamente, haciéndome así el espacio propicio para descender. La obligación de cortar la línea directa de miradas fue torturante. Accedí a bajar por el espacio otorgado y las puertas rápidamente se cerraron a mis espaldas.
    Solo atiné a adelantar suavemente al vehículo y tener una apreciación directa hacía su interior.
    El motor rugió como un cachorro y avanzó con esa dificultad del inicio y la partida, comenzaba a adelantarme y mi cabeza se dobló hacía este, pasando así su puerta frontal y llegando rápidamente a la que se encuentra en medio, donde ella aun miraba el infinito, o eso cría yo antes de verla. Pues ella esperaba mi mirada, y volvimos a jugar fácilmente, sin sonrisa alguna, convirtiendo esto en algo un poco tosco como advertí al principio, pero aun así maravilloso y sublime.
    Nuestras miradas se perdieron cuando el ángulo del bus no nos dejó continuar con ese juego.

    Ya tan solo pensé en esa belleza como nada más, llegando a mi hogar sin hablar ni comer, solo a presentarles esto que termino fácilmente, pues sin ella ya no queda nada más que hacer.
    Nadas más que un plato de comida frío a mi lado.

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